domingo, 7 de junio de 2009

LA PROSA

Es la forma mas natural de escribir. Se puede contar un hecho de varias maneras diferentes. Cuando se escribe en prosa se ocupa toda la línea. Ejemplo:
Era el mes de mayo. Hacía calor y los trigos comenzaban a crecer. El campo estaba lleno de flores y los pájaros cantaban. Los enamorados paseaban.
La prosa es una forma que toma naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no está sujeta, como el verso, a medida y cadencia determinadas.
En la misa, el lenguaje prosaico en la
poesía es una secuencia que en ciertas solemnidades se dice o canta después de la aleluya o del tracto.
Prosa poética:
La prosa poética corresponde al segundo tipo de obras líricas que existen. En ella se pueden encontrar los mismos elementos que en el
poema: hablante lírico, actitud lírica, objeto y tema, pero sin elementos formales (métrica, rima).
Se distingue del poema por estar escrita en prosa, por no llevar rimas y del
cuento o del relato porque su finalidad no es específicamente narrar hechos sino transmitir sensaciones, impresiones, visiones del mundo, etc.

Muchos microrrelatos están potenciados por su carga poética y, en muchos casos, la frontera con la poesía en prosa es difícil de determinar. Es el caso de muchos textos de Julio Cortazar (p/ej. en Historias de cronopios y de famas), o en textos de Antonin Artaud o de Oliverio Girondo, en donde el valor poético de las obras predomina por sobre la intención de contar.
Sin embargo, desde el punto de vista literario, el cuidado de la organización sintáctica, la búsqueda de una cadencia a través de las pausas y una equilibrada distribución de los acentos hacen que la prosa –sea el texto narrativo o ensayístico- alcance uno de los objetivos aún vigentes de la retórica: persuadir a través del deleite en el uso de las palabras y, deleitando, comunicar más eficazmente ideas, imágenes y sentimientos.
Ésa es la principal diferencia que puede encontrarse entre un texto tedioso y uno que absorbe al lector desde las primeras frases. Aunque no debe confundirse con la poesía, hay textos en los que el ritmo es tan cadencioso, los finales de los periodos lingüísticos tan rotundos, que en estos casos se habla de prosa rítmica o poética o incluso de poemas en prosa. Obras como los Pequeños poemas en prosa, de Baudelaire; Una temporada en el infierno, de Rimbaud; Prosas profanas, de Rubén Darío; y, entre otros, Años y leguas, de Gabriel Miró, ofrecen ejemplos de esta relación entre dos géneros (verso y prosa) tradicionalmente opuestos.

La prosa es el lenguaje en el que se habla, se escriben textos pedagógicos, informativos y científicos, y con valor literario es propia del teatro, de la novela y el ensayo. Desde el punto de vista de la acepción del término no sólo en su relación con la literatura, sino también en el campo de las conductas cotidianas, suele hablarse de un texto prosaico (vulgar) o de acciones prosaicas (es decir, desprovistas de alcance imaginativo o reducidas a su expresión trivial y rutinaria).
Este es un ejemplo prosa:
a la lima y al limón
Me levanté bruscamente, por el frío. Es casi otoño pero nos seguimos sentando en terraza, en una suerte de cold denial colectivo. Me levanté con un movimiento brusco de esos que en París no se deben hacer y que en México, malacostumbrada, me empujan a pedir constante e innecesariamente perdón. Mi brusquedad le cortó el paso a una señora mayor y sus bolsas del mercado. Pardon, pardon, pardon, soltó en una mezcla de de fastidio, disculpa y déjalo ya bye-bye. Lo inusual de su pardon, pardon, pardon, me hizo buscarle la cara. Ah, esa actriz mayor guapísima, cómo se llama... la acabó de ver en
esa peli de la hija de Cassavettes, en la que Parker Posey se tiene lástima porque se va a quedar soltera.Me quedé unos segundos (de los que en los libros dicen "pero pareció una eternidad") parada de frente a mi mesa y de espaldas, de culo, a la de mi vecina como es inevitable quedar, entremesas, en las terrazas decadentes de París, en donde desayunamos entre camiones transportistas, celebridades y cubos de basura. Me quedé pensando en Carole Bouquet, fueron unos segundos, pero pareció una eternidad.Cogí mi libro, mi ticket y mi cambio. Ahora pongo un ticket a manera de seña en la última página leída, lo dejo ahí para acordarme en qué café, que día y a qué hora leí. Si en algún sitio he leído poco cambio el ticket de lugar para hacerle creer a mi futuro yo que pasaba horas en los cafés, leyendo. Debo escribir un libro quizá. De todas las celebridades con las que me encuentro y con las que no. De todo lo que me sucede y lo que invento que me sucede. De cómo le dije a Richard Ford que sabía de buena fuente que Almodóvar se inspiraba en sus libros (lo presumiré en la cena de hoy, dijo). De cómo le dije a Tom McCarthy que me encantaba su trabajo antes de haberlo leído (y me encanta, voy en la página 30).Voy a escribir un libro con lapicero. Nunca tuve uno, ni en el colegio. Voy corriendo a la tienda sueca en la que venden cosas de Marimekko (¿o era finlandesa?). La tienda sueca abre a las once y yo tengo un ataque de ansiedad, como los de Parker Posey cuando piensa que no tiene quien la quiera. Muji está abierto: Quiero un lapicero, el más barato que tengan. Pero no tienen. Compro un bolígrafo de gel verde. De ese verde que les va bien a las pelirrojas, según mi mamá. Me siento en la parada de la 29, donde da el sol, para empezar a escribir un libro. No digas la 29, me corrige siempre una amiga, parece que esperas ficheras en un Table Dance en lugar de autobuses. Me siento en la parada del 29, donde da el sol, y empiezo a escribir mi libro.

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